Pulso
27 de diciembre de 2024

Más allá de las palabras..

Prevención

Dra. Carolina Abuchalja


Nuestro cuerpo habla, incluso cuando callamos.  ¿Sabías que la mayor parte de nuestra comunicación no se basa en las palabras? La postura, los gestos, la mirada, el tono de voz e incluso la distancia que mantenemos con los demás, revelan  nuestro estado interior y  afectan la forma en que nos perciben.
Descifrando el código corporal:
Postura: Una postura erguida, como la de un presentador seguro de sí mismo, proyecta confianza. Por el contrario, encorvarse o evitar la mirada puede denotar inseguridad, como alguien que se siente incómodo en una fiesta.

Gestos: Nuestras manos son un libro abierto. Un pulgar arriba expresa aprobación, mientras que un gesto de «alto» demanda atención.
Mirada:  El contacto visual  es clave para conectar.  Mantener la mirada demuestra interés, mientras que evadirla puede interpretarse como deshonestidad.
Voz: El tono  con que hablamos  también comunica. Un tono suave  transmite calidez,  mientras que uno áspero puede expresar  frustración.
Espacio personal: Respetar el espacio del otro es fundamental. Acercarse demasiado puede resultar  invasivo, mientras que mantener una distancia adecuada demuestra respeto.
El poder de las manos:
Las manos no solo nos permiten interactuar con el mundo, sino que también son un poderoso instrumento de comunicación.
Palmas: Mostrar las palmas hacia arriba indica apertura, mientras que  hacia abajo sugiere  autoridad.  Un puño cerrado puede ser  interpretado como agresividad.
Apretón de manos: El  «guante»  puede  transmitir confianza,  pero también frialdad. La  «mano de pescado»  denota inseguridad, y el  «triturador de nudillos»  resulta  intimidante.
Contexto: la clave para interpretar el lenguaje no verbal
Es crucial  interpretar los gestos  dentro de su contexto. Brazos cruzados en una parada de autobús en invierno  probablemente  signifiquen frío, pero en una conversación  podrían  indicar  incomodidad.
Conciencia y conexión:
Prestar atención al lenguaje no verbal, tanto propio como ajeno, enriquece  nuestra comunicación y  profundiza nuestras relaciones. Ser conscientes de  nuestros gestos nos permite  transmitir  un mensaje  efectivo, mientras que observar las señales de los demás nos ayuda a comprender mejor sus emociones.
En conclusión,  el lenguaje no verbal es una herramienta poderosa que  complementa  y  enriquece  nuestra comunicación. Dominarlo nos permite  conectar  de forma más auténtica  y  construir  relaciones  más sólidas.